Rastreando voces
Siendo víctimas de nuestra cotidiana indiferencia, encontramos reservadas estas páginas para llenarlas de caracteres que nos permitan dejar de serlo. Así, arrastrando la mirada sobre el papel y conjuntando esto con nuestras capacidades, que nos definen como seres humanos, podremos encontrar cuán extraño es cada suceso, idea, ser o cosa con lo que nos topamos día tras día.
Se busca compartir la inquietud que atañe a quien escribe, se pretende también llenar de ideas y controversias al lector. De quien a su vez se esperará, no sólo que reciba lo que aquí se exhibe, sino que en sucesivas publicaciones, se convierta en quien opina, aquel que explaye de qué manera es sorprendido por el medio en que vive. Donde el prejuzgar no exista y el análisis sea la primicia.
Es así como Claudia Vega sugiere las siguientes interrogantes, mismas que pueden dar pauta a ser respondidas o a hacerse de otros cuestionamientos:
- ¿Los gobernantes son los responsables del mal uso de su cargo, o son los gobernados quienes no acatamos nuestra propia responsabilidad al aceptarlo?
- Y a propósito de los primeros: ¿Serán los mejor capacitados? ¿Cuáles son los medios por los que llegan a donde están? ¿Debemos tachar a todo político de incompetente de gobernar? ¿Puede erradicarse el partidismo a cambio de atender quién es el candidato en sí? Y si es así ¿Podrán evadir esa obligación (inherente en nuestra cultura) de corromperse o favorecer a quienes no tienen la capacidad de acatar ciertas obligaciones?
- Y si hablamos de los gobernados: ¿Qué se tiene que hacer para que se valoren nuestras inquietudes? ¿Cómo podemos poner en acción nuestras propias propuestas? ¿Tendremos que corrompernos en el camino para poder realizarlas? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra comodidad por atender bienes comunes?
Es pues lo anterior, un ejemplo de las inquietudes que pudiésemos tener y en donde no existe una sola respuesta a tales preguntas.
Es en donde el universo de cada uno de los que se detiene a reflexionar, obtiene su propia solución que esperamos se nos comparta, sino en este espacio “táctico – visual”, sí en conversaciones habituales, que permitan modificar nuestros pensamientos, esperando sea ello en aras de un crecimiento intelectual y quizá entonces, social.
Por:
Karina M.
Claudia Vega